Tú Cerebro es una Obra en Construcción.
Gastón Galleguillos B. CEO & Founder BrainTraining Si sigues leyendo este artículo tu cerebro cambiará. En este caso, sin duda para bien. Hasta hace relativamente poco –cerca de 15 años de intensa investigación– la ciencia creía que el número de neuronas en el cerebro adulto y sus respectivas conexiones era fijo. También se pensaba -o la gran mayoría de las personas piensa- que se podían perder estas neuronas a través de lesiones, enfermedades, el uso de drogas o simplemente el paso de los años. Pero lo que no se sabía es que se generan nuevas neuronas y conexiones durante toda la vida. Este fenómeno, neurogénesis, es uno de los descubrimientos más revolucionarios e importantes de este siglo. Básicamente se pensaba que el cerebro tenía características inmutables según la función cerebral en cuestión y esto estaba determinado por el código genético. Hoy sabemos con alivio, que esto no es así, en realidad el cerebro es altamente maleable y no sólo en su etapa de desarrollo sino hasta el último día de nuestras vidas. Sabemos también que aquello que esculpe nuestro andamiaje neuronal no sólo es genético y químico, es también social y ambiental. El Dr. Matthew Owen Howard y el Dr. Eric Garland son dos connotados investigadores en el campo de la neuroplasticidad. La información que han reunido nos coloca en ciernes de un nuevo paradigma de cómo la mente puede transformarse -y con ella todo el organismo- usando técnicas no invasivas. Las posibilidades de auto-esculpir o utilizar el entorno para esculpir colectivamente nuestro cerebro son inmensas y sumamente prometedoras. Usted, al leer esto ya está modificando su estructura neuronal en mayor grado simplemente porque ahora es consciente de que se modifica. La neurogénesis ha sido observada en diferentes disciplinas. Se tiene evidencia de que los violinistas exhiben crecimiento neuronal en las áreas de córtex somato-sensorial dedicado a los dedos de la mano, algo que ocurre también entre personas que practican malabarismo. Esta neurogenésis no sólo ocurre cuando se practica algo físicamente, personas que imaginan tocar el piano también crecen neuronas en el córtex motriz. De manera similar los taxistas desarrollan partes del cerebro involucradas en las relaciones especiales al memorizar las calles laberínticas de las metrópolis (esto fue descubierto estudiando taxistas de Londres, la ciudad que Borges llamó “un laberinto rojo” en su visión del Aleph). De las investigaciones recientes en neuroplasticidad se desprende que ésta participa como mecanismo biológico a través del cual se difunden los efectos terapéuticos tiempo después de que se han realizado estas intervenciones psicosociales. El Dr. Ernest Rossi, pionero de los procesos de sanación psicobiológicos, y otros colegas teorizan que que al recordar y reconstruir memorias del trauma pasado ocurre una reorganización de conexiones neurales y una neurogénesis en el hipocampo. Esta es la base psicobiológica del mecanismo de acción de la hipnosis. El Premio Nobel Erik Kandel hace hincapié en la importancia de factores sociales para regular la expresión genética de las funciones del organismo. “Estas influencias sociales son incorporadas en la expresión alterada de genes específicos en nervios específicos del cerebro. Estas alteraciones socialmente influenciadas son transmitidas culturalmente”, escribe Kandel y añade: “nuestras palabras producen cambios en la mente del paciente”. Esto es importante, nos habla de un poco percibido cambio de paradigma en el que se encuentra la ciencia. El reconocimiento de que el lenguaje hablado–algo que, si bien tiene un soporte en el cerebro, no es algo que pueda solamente ser definido como material– afecta al cuerpo y transforma nuestras células. Para algunos científicos hace algunos años esto habría sonado como una definición de lo que es la magia o de una “acción fantasmagórica a distancia”. En términos prácticos y heurísticos uno puede consultar el trabajo reciente de Dr. Ernest Rossi, quien a partir de una experiencia personal después de una embolia logró aplicar los principios de la neuroplasticidad y desarrollar un método para lo que llama “generar nueva conciencia” y tener un “diálogo creativo con los genes”. Rossi ha diseñado una serie de ejercicios para utilizar la neuroplasticidad para curar o para crear. Su trabajo muestra que cuando los seres humanos, y los animales en general, experimentan algo nuevo, un ambiente enriquecido o realizan ejercicio físico existe un cambio de conducta relacionado a la expresión de ciertos genes. Aunada a la revolución de la neuroplasticidad se desarrolla también la epigenética y el importante descubrimiento de que no existe un determinismo genético. Los genes se prenden o se apagan según su interacción con el medio ambiente. Esto abre el panorama hacia una expansión de la libertad de lo que es ser humano, de cómo nos definimos y al definirnos nos revelamos otros. Howard y Garland concluyen. El pensamiento, la emoción y la acción detonan actividad neural, la cual lleva a una reorganización del cerebro, esculpiendo la experiencia psicosocial futura. Desde esta perspectiva, no somos productos pasivos de la neurofisiología y de la herencia; en cambio, a través de nuestro comportamiento en el medio social, nos volvemos agentes activos en la construcción de nuestra neurobiología y, finalmente, de nuestras vidas… Este nuevo paradigma podría revelar la fundación empírica de ese principio central del trabajo social, la idea de que las personas tienen el poder de trascender y transformar sus limitaciones en oportunidades de crecimiento y bienestar. La neuroplasticidad es uno de esos pocos casos en los que vemos claramente como la información aplicada se convierte en poder, como literalmente lo que recibimos del mundo nos informa, nos hace desde dentro. La transducción es transformación. La información se resignifica como una materia prima que está en todas partes, la cual podemos organizar y dirigir para rediseñar nuestro cerebro. La división entre el entorno y lo interno se vuelve borrosa, porosa. Nos entendemos como seres enlazados con el ambiente, con los otros y con nuestras propias creaciones e intenciones en circuitos de retroalimentación en constante movimiento. La conclusión que sintetiza lo expuesto es que el ser humano puede tomar las riendas de su cerebro para cambiarlo siendo un terreno muy alentador el caso de las funciones cognitivas las que ahora se sabe como mejorarlas cada una de ellas. |