Según la antropóloga norteamericana Helen Fisher, el cerebro es una máquina muy buena para la supervivencia del ser humano pero mala para su felicidad.
Llega a esta impactante conclusión luego de estudiar el amor con las tecnologías en uso hoy en la investigación neurocientífica. (Ver su charla en TED arriba)
Por un lado, luego de aplicar iFMR (resonancia magnética nuclear funcional) a parejas de enamorados a lo largo y ancho de nuestro mundo, concluye que lo que sucede en el cerebro de los enamorados no depende de razas ni de culturas.
Sus investigaciones neurocientíficas le han revelado que el amor tiene tres dimensiones: el impulso sexual, el amor romántico y el apego profundo. Y en un determinado momento de una persona, en él o ella, pueden confluir las tres y expresándose hacia tres personas distintas! Se entiende entonces por qué el cerebro que alberga estos tres sistemas, no nos ayuda al momento de buscar la felicidad y ésta debe ser ganada apelando entre muchas otras cosas al esfuerzo, la prudencia, el control de impulsos, el cultivo de hábitos,…que tienen a su vez sus propios sistemas cerebrales. Y todos estos están interconectados.
Pero algo preocupante está sucediendo cada vez más en el mundo de hoy. Helen Fisher reporta que en EEUU es extienden más de 100 millones de recetas de antidepresivos anualmente. De éstos los más comunes son los que elevan el nivel de la serotonina en el cerebro. Sucede que este neurotransmisor debilita la producción de dopamina que es otro neurotransmisor que tiene múltiples funciones vitales y que se ganado también la denominación de “hormona del placer”. Ello lleva a disminuir el impulso sexual cuya culminación, el orgasmo, genera en la mujer y en alguna escala también en el hombre la secreción de la oxitocina, la encargada de la creación de lazos afectivos y amorosos entre las personas y por tanto, promueve el amor romántico y el apego. La oxitocina se ha ganado la denominación de la “droga del amor”.
Por otro lado, hay comportamientos conocidos de los seres humanos y también de los animales a la hora de tener relaciones sexuales. Todo lo sublime o gozoso del acto sexual puede ser seguido, en el caso del hombre, por una fase de descontento, irritabilidad y desconsideración hacia el otro…le suena a conocido? Lo que la pareja empieza a detestar. Una vez más lo que heredamos de nuestra primera etapa de la evolución está presente. El macho tiene mecanismos cerebrales que lo impulsan sexualmente a buscar a otras hembras. Y esto, como se comprende actúa también en contra de los efectos positivos de las ya debilitadas relaciones sexuales en una pareja.
Es decir, los antidepresivos están “matando” las tres dimensiones del amor. El impulso sexual, el amor romántico y el apego. Fisher expresa “un mundo sin amor es un mundo muerto”. Preocupante en cuanto al fenómeno colectivo pero mi razonamiento me dice que, en lo individual, Ud. ya sabe más del amor, del sexo y de los afectos y siendo así tendrá, potencialmente, la capacidad para gestionarlos hacia el amor verdadero y la felicidad suya, de su pareja y de quienes le rodean.
Y si le ataca un cuadro depresivo ya sabe. Antidepresivos del tipo comentado sólo por un par de meses. Y para los efectos sobre la memoria y otras funciones cognitivas que permanecen luego de la recuperación de la condición depresiva…el brain training es una solución.