¿Por qué los gemelos no son exactamente idénticos si comparten el mismo ADN?
Todos nosotros, en alguna ocasión hemos conocido a una pareja de hermanos gemelos que, al principio, no somos capaces de diferenciar.
Los hermanos gemelos monocigóticos (a los que nos referiremos a partir de ahora) comparten el 100% del ADN, es decir, son genéticamente idénticos. Pero, ¿por qué no son exactamente iguales por fuera?
Una de las primeras respuestas a esta pregunta la dio el Doctor Manuel Esteller en un estudio del año 2005. Las diferencias en los factores ambientales que los rodean, relacionados con su estilo de vida (tratamientos farmacológicos, consumo de alcohol y tabaco, actividad física o hábitos nutricionales), se traducen en cambios epigéneticos, es decir, en cambios en el ADN y en las proteínas asociadas al mismo pero que no afectan a la secuencia de nucleótidos.
El término epigenética significa etimológicamente “por encima de la genética”, es decir, son cambios que se dan físicamente en el ADN pero sin afectar a la secuencia. Tanto al ADN como a las proteínas que están asociadas a él se le pueden poner ciertas “etiquetas químicas” (metilos, acetilos, fosforilos…) para regular su expresión, es decir, para que se expresen determinadas proteínas en determinados momentos.
Cambios en esas “etiquetas” se traducen en diferencias físicas, en aparición de enfermedades, en cómo reacciona un paciente a un tratamiento o, incluso, explica por qué los chimpancés y los humanos somos tan distintos si el 99% de nuestro ADN es igual. Por tanto, si hemos dicho que el estilo de vida influye en el patrón epigenético de nuestras células (que se hereda cuando las células se dividen), somos nosotros mismos los que podemos controlar ciertos factores genéticos de nuestro propio organismo. Es nuestra responsabilidad llevar un estilo de vida saludable, ya que determina a nivel de expresión génica quienes somos.
Todos nosotros, en alguna ocasión hemos conocido a una pareja de hermanos gemelos que, al principio, no somos capaces de diferenciar.
Los hermanos gemelos monocigóticos (a los que nos referiremos a partir de ahora) comparten el 100% del ADN, es decir, son genéticamente idénticos. Pero, ¿por qué no son exactamente iguales por fuera?
Una de las primeras respuestas a esta pregunta la dio el Doctor Manuel Esteller en un estudio del año 2005. Las diferencias en los factores ambientales que los rodean, relacionados con su estilo de vida (tratamientos farmacológicos, consumo de alcohol y tabaco, actividad física o hábitos nutricionales), se traducen en cambios epigéneticos, es decir, en cambios en el ADN y en las proteínas asociadas al mismo pero que no afectan a la secuencia de nucleótidos.
El término epigenética significa etimológicamente “por encima de la genética”, es decir, son cambios que se dan físicamente en el ADN pero sin afectar a la secuencia. Tanto al ADN como a las proteínas que están asociadas a él se le pueden poner ciertas “etiquetas químicas” (metilos, acetilos, fosforilos…) para regular su expresión, es decir, para que se expresen determinadas proteínas en determinados momentos.
Cambios en esas “etiquetas” se traducen en diferencias físicas, en aparición de enfermedades, en cómo reacciona un paciente a un tratamiento o, incluso, explica por qué los chimpancés y los humanos somos tan distintos si el 99% de nuestro ADN es igual. Por tanto, si hemos dicho que el estilo de vida influye en el patrón epigenético de nuestras células (que se hereda cuando las células se dividen), somos nosotros mismos los que podemos controlar ciertos factores genéticos de nuestro propio organismo. Es nuestra responsabilidad llevar un estilo de vida saludable, ya que determina a nivel de expresión génica quienes somos.